viernes, 4 de marzo de 2011

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"Todo viaje tiene un destino secreto

que el viajero ignora"

- Martín Buber

Las pozas de los recuerdos bullen y se agitan en derredor. Las volutas de humo se suspende en el firmamento durante ínfimos periodos, dejando entrever espacios de memorias distantes, derruidos por los años.

La grandilocuencia de un discurso tácito es inconmensurable en contraste con la finita cantidad de emociones que somos capaces de extraer de algo tan abstracto como un juego de sinestesia donde un rostro no recuerda un aroma que nos recuerda un sabor que nos recuerda una caricia. Y la evocación de una estancia, a orillas del cielo infinito del océano, junto a aquella arenisca donde en algún momento vimos trepidar a los astros, y abrirnos paso las rocas, para acomodarnos allí donde jamás ocurrió nada y a la vez lo entregamos todo.

Porque más que un talismán imperecedero, el arrebato de la delicadeza de doncella, es el cantar de la vida que surge del alma. Esa música que uno ve con las manos del corazón, cuando recorre el perfil añorado. Porque, digo yo, ¿No es más honrosa la apertura del cerrojo de un manto palpitante de hielo, que un simple aprovechamiento de la genialidad de la cremallera y de la falta de lucidez infantil?

Me veo ahora ponderando aquello que en algún remoto confín de los tiempos, donde el hermoso reloj de soldaduras de marfil y sostén de plata marca que han pasado ya casi 350 granos desde la copa superior al inferior rincón donde poco a poco la bruma de sorpresas ya esperadas, y las burbujas de recuerdos reprimidos escapan de los bellos pozos que refractan mi atención, dejándolo todo en semipenumbras. Y si me veo ahora, remembrando aquello, sopesando lo incomparable, es sin duda por causa de aquellos versos sin rima ni ritmo, con tino y certeza, que salieron de tu boca por la pantalla de un ordenador; aquellas oraciones interconectadas de manera lógica y razonable que expresaban una realidad ininteligible, o cuando menos insensata.

Si te entregué lo que os ofrecí no fue porque lo quisiera en retribución como sueldo de sal o azúcar. Y si no ofrecí lo que tu mente cree que el corazón deseaba, es porque tenía la firme impresión de que no eras vos, sino la puesta en marcha del sistema endocrino.

Cualquiera fuese el caso del que en verdad ocurriese en el tiempo pretérito de la noche esta, presente, en la cual me has confesado aquello que esos días soltabas con tal ligereza, y que bajo la luna de este mes bendito, cuesta tanto trabajo modular con tus labios, debo deciros que no puedo responder como es mi deseo hacerlo. No mentiré ni levantaré falsos testimonios. Extraño la forma en que aquellas esferas de obsidiana se posaban en mí. Me exaspera la escena en la que tu y yo, ambos, juntos, nos dejamos devorar por el viento, nos susurramos nuestras historias reposando en una roca, viendo a los crustáceos caminar con sus ruedas de goma por las playas pavimentadas.

Y quiero creer, que todo lo vivido, es pasado, y que camino hacia allá, mi espalda al frente. Para no saber si me estrello con una pared, o con el finis mundi. Porque si dejo mis esperanzas en unas manos que están cerradas, caer al vació sería, definitiamente, la menor de mis preocupaciones.

1 comentario:

Tru dijo...

A muchos les podría decir "el hecho de que utilices palabras "rebuscadas" no mejorará la historia", pero aquí está el gran detalle de que tú si escribes bien, por lo que el uso de "cierto lenguaje" lo veo como algo permitido...
No sé, en un texto mucho más largo no me gustaría, por que me haría pensar que está "recargado", pero eso ya es cosa de gustos xDU