...Estupor...
“Tan sólo déjenme dormir un poco.
Así, quizás cuando despierte descubra
que todo es un sueño”
Camila Matulic
Pasada esa hora donde la mente se va a dormir, sin importarle lo que el cuerpo esté haciendo, es cuando en realidad el alma se escapa, ya no tan furtivamente, y se plasma en el objeto más cercano. Porque es en las horas insomnes, de los momentos curiosos, donde tenemos las ideas más descabelladas y desconcertantes. Es en esos instantes de estupor, que yo me pregunto... Y me pregunto con admiración, no porque sea digno de alabanza, sino porque me veo incapacitado para responder a mi propia interrogante, cuyo objeto de estudio es, a su vez, mi propia esencia.
Y es tan sólo que... quiero sentirme querido. Y quiero sentirme querido con tanta intensidad, que la realidad se tuerce y se deforma: Se altera. Pero esa anomalía no es capaz de llegar hasta la figura que ocupa mi mente. ¿Debería, sencillamente, olvidarme de ella y seguir hacia adelante, hacia los muchos brazos que se me ofrecen, o resistir hasta el final por un camino sin salida?
Creo yo más loable proseguir por las penurias de un único camino. Pero la cobardía y la practicidad son a menudo confundidas con acciones dignas de alabanza. Porque es mucho más sencillo tomar un camino único, que tener que decidir una y mil veces en cada empalme, en cada cruce de caminos.
Pero yo sueño. Y sueño despierto. Y sueño que duermo soñando despierto.
Morfeo rehúye mi persona, y me priva de la mundana satisfacción del descanso. Y es que pido demasiado... es que entrego a otros lo que yo mismo anhelo, sin jamás recibir en digno equilibrio.
Pero la vida no es una balanza, es una ruleta, porque tú colocas las fichas en la mesa, y rezas para poder obtener algo a cambio.
Las probabilidades son pocas.
Extraño unos labios que se posen sobre los míos con ternura, que me miren unos ojos intensos, sin que el pudor los obligue a apartarse, sino que se mantengan firmes, chispeantes. Quisiera no poder ver el dolor de las personas reflejado en el trozo de alma que asoma por sus pupilas.
Pero mi maldición es preocuparme por el mal de los otros, y lamentarme eternamente por mis propios problemas, como la piedra que siempre ha de rodarse colina arriba. Incluso cuando la gente a mi alrededor me apoya, la duda sólo se acrecienta.
Sólo quisiera poder despertar. Para poder dormir.
Para poder soñar
1 comentario:
Camila Matulic 1313
Publicar un comentario