...despertar...
“I’ve
dreamt so long I cannot dream anymore
Let’s run
away, I’ll take you there”
-“Anywhere”,
Evanescense
Cuando
desperté me di cuenta de que lo que había soñado –o lo que creí haber soñado-
seguí a mi lado, produciéndome a la vez una sensación de bienestar inefable y
una confusión apenas menor. Había pasado la noche abrazado a un Ángel. Y no lo
digo figurativamente. Desperté porque las blancas plumas me tapaban el rostro y
me sentí ahogado por un momento. Desperté y ahí estaba, en todo su esplendor.
No esperaba que las cosas terminaran así, y sin embargo, me sentía extrañamente
familiarizado con la situación, como si toda mi vida culminase en ese momento,
en esa situación, con ese ser superior.
Había pasado la noche anterior en el
limbo, luchando entre el Tártaro y Valhala, deseando poder quedarme quieto en
cualquiera de los dos, cuando llegó. Si no hubiese sido por esa mirada, jamás
habría adivinado de quién se trataba. La mirada era la misma –no exactamente,
pero sí lo suficiente para seguir siendo única e inconfundible- pero el resto
del cuerpo se había transfigurado. Traía una túnica blanca, apenas perceptible
y agradable al tacto, y sus alas generaban olas de aire que flotaban a su
alrededor con el más mínimo movimiento de su rostro.
Se acercó a mí, y me escogió a mí,
me redimió y me absolvió. Me tomo entre sus brazos, y me mostró un pedazo del
firmamento.
Luego de eso no tengo recuerdos
concretos, sino más bien emociones, sensaciones y colores que se entremezclan
de manera inconexa e increíblemente armónica. La sistematización del caos a su
máxima expresión.
Le estaba prohibido compartir con un
mortal, sobre todo alguien como yo, y sin embargo, se acercó a mí. Y si bien
nos encontramos después compartiendo el lecho, yo jamás me atrevería a cometer
mayor sacrilegio que el reconfortarme en el seno de sus alas. ¡Cuánta emoción y
cuanta alegría!
El sueño más reparador de mi vida, para despertar y
creer que sigo soñando, o soñar que sigo despierto soñando que despierto del
sueño de mi ensueño, donde ni los sueños ni el desvelo pueden quitarme lo que
despierto creo haber visto y que en sueños persigo, pero que sueño que sueño
despierto soñando que lo vivo, mientras vivo en un sueño donde lo que sueño no
es más sueño que la mano con la que acaricio ahora su rostro y que me dice que
esto no es un sueño y que sólo sueño que lo sueño, y despierto, y te encuentro
junto a mí, y me convenzo, y si esto no es un sueño, que jamás vuelva a soñar,
pues toda realidad será un sueño frente a este sueño hecho realidad.
-¡Así
sea!- exclamó una voz en el más recóndito rincón de mi mente.
Y ya nunca más pude soñar.
Y nunca más pude despertar.
Y ya nunca volvería a ver las cosas de la misma
manera.
Y ya nunca me arrepentí de nada.
Y ya nunca me separé de esas alas,
Que me abrazaron,
Y me llevaron lejos.
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