La lluvia cae ¡Estúpido, ¿porque haces llover justo ahora?!
Ni siquiera ese “niño bonito” se va a salvar. ¡¿Cómo osan hacerme semejante cosa, a mí!?
-“Con esas andamos ¿No?... Pues bien, ¡me voy!”-
Mis últimas palabras aún resuenan en mi mente. Luego de decir esa oración, llena de ira y amargura, tome mis cosa, las coloqué como pude en mi bolso de campamento y me fui.
Ya no me interesaban los gritos de mi madre… ¡Que diga lo que quiera, no pienso volver a poner un pie en esa casa!
Luego de un día entero de marcha, de patear latas, de gritarle a la gente que pasaba y de empaparme hasta los huesos. Empezaba a entender lo que en realidad significaba estar sin hogar.
¡Eso!, con los tarros de basura de ese callejón y la cuerda que traje puedo hacerme una casucha, para pasar al menos la noche seco.
No es una suite presidencial, peor sirve.
Parece que la lluvia me ayuda a calmarme… Ya no siento esa necesidad de gritar y patear… quisiera quedarme así… solo un momento más.
¡¿Quien es el estúpido que se le ocurre alumbrarme con una linterna?! Oh… es el sol…
He de haberme quedado dormido.
¡Qué más da!... estoy solo…
¡Rayos! Los vecinos me persiguen… ni modo, acabo de perder mi valiosa cuerda. Siempre te recordaré, fiel amiga.
Uh… mi estomago… tengo que sentarme un rato….
¿Qué es ese olor? Es la feria…
Rápido, pero tranquilo, solo tienes una oportunidad, estira la mano… eso… has como que estas viendo la calidad… toma una bolsa, elige un kilo, más a menos, eso… ¡Ahora! ¡Corre!
CORRE… CORre... Corre… corr… listo, ahí, en la esquina… sentémonos a comer…
No recuerdo la última vez que nos comimos una manzana hasta el cuesco… ¿Y tú?...
¿No es esta la entrada al cementerio?
Bueno, adentro nadie nos prestara atención si nos arrodillamos frente a una tumba…
Este lugar se me hace conocido… Sí, doblamos en la esquina, aquí esta, la tumba de mi abuelita…
¿Cómo has estado? Espero que bien, mejor que yo en cualquier caso…
¿Cómo? ¿Qué que hago aquí? Huí de casa…
Porque no se puede vivir con ellos… no me entienden… y tampoco es su culpa… no puedo permitir que sigan sufriendo por mi culpa.
-Eh… Chico, ¿Estas sólo?- Me sorprendí… no esperaba que nadie notara mi presencia. Al voltearme lo vi. No pude evitarlo, se parecía a mi papá… No, el agua tiene que quedarse dentro de mis ojos, ¡No salgas!...
-¿Acaso te perdiste?-
-No… estoy en mi casa… con la única persona que me entiende- le dije, apuntando a la tumba de mi abuela…
-Eso no está bien, ven conmigo.-
-Toma, Colócate esto…- me tendió su chaqueta, a pesar de que hacía mucho frío.
Camina muy rápido para su edad, pero no me cuesta seguirle el paso…
-¿Así que te escapaste?-
-Así es… y no pienso volver…-
-¿Y tienes a donde ir?-
-No…- mi aparente indiferencia no le engaño…
-Por qué no te quedas conmigo y me ayudas con mi trabajo…-
-¿Estaría dispuesto a aceptar a alguien tan malo como yo?-
-Hijo, no hay nada peor que la muerte, y yo tengo que hacer el aseo de este lugar todos los días. Para mi, eres un cordero.-
La lluvia volvió… pero no se llevo mi ira, como hizo antes, me trajo alegría… y cubrió mis lágrimas.
No viví lujosamente, pero nunca pase hambre, ni mi cuerpo ni mi espíritu pedían más…
La muerte fue para mi, el mejor refugio… hasta el final…
miércoles, 14 de enero de 2009
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