...Samhain...
Memento Mori
28/09/2012
“…Uno de ustedes
morirá, desaparecerá de los anales de la historia, y este crimen pesará sobre
ustedes por el resto de sus vidas”.
La sangre escapó lentamente de su rostro, pero no pudo
evitar sentirse emocionado. Su corazón comenzó a latir más rápido en cuanto
encontró el sobre negro en su buzón. Había tardado cuatro años, pero al fin
había conseguido que lo invitaran a la grandiosa fiesta All hallows eve. Era sencillamente la mayor aglomeración de prensa
que podía imaginarse en esta ciudad que cada día colapsaba un poco más sobre su
propio peso. El misterio en la forma de postular- el sitio web sólo operaba a
medianoche, durante cinco minutos, y la inscripción comenzaba y acababa entre
abril y mayo. Las teorías que poblaban la red hablaban de una asociación con Giamonios y Siamonios- y como nunca se conocía a ciencia cierta la identidad de
los sorteados le daban un aura de misterio que fascinaba a lo más jóvenes y
atraía a los adultos deseosos de probar que la vejez no se estaba apoderando de
ellos.
Lo que se había logrado averiguar, era que el lugar geográfico
de la fiesta era en una casucha abandonada, a la que se llegaba tomando la
curva incorrecta y alejándose cerca de un kilómetro de la bifurcación del
Santuario de la Naturaleza el Arrayán. Allí se alzaba imponente un castillo
construido a pulso varias generaciones atrás. Al parecer ha pasado por
diferentes circunstancias, y la casa se mantiene en una ruina permanente. Pero
una vez al año, la mañana del 31 de octubre, luce con todo su esplendor de
antaño, imponente. Los pocos periodistas que aún tienen esperanzas, se sientan
a algunos metros de distancia, del lado más lejano del puente, esperando que
lleguen los invitados, tratando de identificarlos. Pero todos los años ocurría
lo mismo. Llegaban en grupo, en medio de la noche, con antorchas que velaban
las fotos y máscaras comunes y corrientes – de esas que se consiguen en Meiggs,
o en pio nono, al pie del San Cristobal-. Llegaban tres automóviles hasta la
bifurcación, y seguían a pie hasta más allá del puente. Luego, se abrían las
puertas, y una mano larga se extendía, invitándolos a entrar. Habían numerosas
fotos de ese único gesto ¡Diablos! Si él mismo había tomado unas cuantas de
ellas. Un periodista intentó entrar disfrazado con los demás, pero dijo que en
cuanto entró le vendaron los ojos y le taparon la boca. Muy suavemente le
susurraron al oído, diciéndole que las instrucciones eran claras, lo voltearon
y arrojaron de bruces contra el suelo. Tres puntos y que le recolocaran el
tabique, eso consiguió. Luego, a la mañana siguiente, los trece invitados –Siempre,
siempre eran trece- salían. Seguían con las máscaras, pero la luz les permitía
contarlos con cuidado.
Si las palabras contenidas en la carta eran verdad,
entonces quizás no eran trece, después de todo, los que entraban. Se dijo que
debía revisar los archivos de la biblioteca, quizás alguien hubiese
desaparecido por ese tiempo.
Pero ya se preocuparía por eso luego. Él, Ro… no, ya
no podía llamarse a si mismo así ¿verdad?
La carta lo decía, su nombre era otro hasta el primero de Noviembre. Bueno,
como fuese, él tenía la invitación, y ahora podría entrar y ver las cosas por
si mismo, y tendría la noticia, y se lo enrostraría a su odioso jefe, que como
todos los otros editores, no habían querido publicar nada sobre el tema por no
tener mayores pruebas y no querer verse implicados en un lío religioso. Pero
esta amenaza podía cambiar las cosas. Nada hace más apetitosa una noticia de
farándula que cuando añades un crimen a la ecuación.
Volvió a meter la carta en su sobre y la dejó sobre la
mesa. Tomó su abrigo y salió. Necesitaba una máscara y una antorcha.
"
1) Desde ahora y
hasta que termine todo, olvidarás tu antiguo nombre para todos los efectos prácticos,
olvidarás tu nombre mortal, y serás conocido como...
"
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