sábado, 30 de enero de 2010

~Guilty~

“La magia existe para los que creen en ella.

Eso sí lo admito.”

– Ushiromiya Ange(-Beatrice)

Umineko no naku koro ni.


Un niño no sería capaz de hacerlo... Un adulto tampoco, si es que viene al caso...

Aunque... si lo piensas bien, siempre hay excepciones, ¿no?



-¿Ese chico?

-Sí, ese.

-No le veo nada extraño...

-Por lo mismo

-Ana... No te entiendo... ¿Qué quieres decir?



Como si fuese así de difícil seguir un pensamiento tan lógico. Tan puro. Es increíble que pueda provenir de un contenedor tan impío.



-Piénsalo. Vive solo. ¿Cuántos años tiene...?

-Pues parece de 19, creo...

-¡No seas tonta! ¡Es el mejor de la clase! Apenas unas semanas cumplió 16...

-¿¡De veras!?

-¡Sí!

-Pues no los aparenta.



...



-¡Eso es lo extraño!

-Pero Ana... tú tampoco pareces de die... de tu edad...



Oh... esto podría ser interesante...



-Mira. Vive solo. Siempre tiene el uniforme limpio y planchado. Siempre cumple con todos los deberes. Es el primero de la clase. No participa en ningún deporte en particular. Está hasta el cuello con actividades extracurriculares. Y si estás atenta, puedes verlo caminando (casi corriendo) por los pasillos a menos un par de veces al día, y los profesores están al tanto, e incluso le ofrecen ayuda para ponerse al día. Y él la rechaza airada, pero humildemente, y retoma el ritmo de inmediato...

-Mírate, Ana. ¡Estás hecha toda una acosadora! ¡Estoy orgullosa de ti!



Omg... lo dice en serio... que tía más rara...



-Olvídalo...



Veamos... según este patrón, dentro de aproximadamente 2 segundos, ella voleará sus ojos hacia aquí, pero no su rostro. Su amiga, en tanto, no parece lo suficientemente lista, y seguirá el curso de la mirada, y dará conmigo. Mh... Démosle el susto de su vida...



-¡Jenny, No...!



Ven... Siéntelo. Sé que puedes verlo en mis ojos. Sí, son rojos. Para ti son rojos. Y te atraen. Sí, así es, te atraen. Pero no porque sean agradables. Te atraen, así como la liebre se enamora por un segundo de los ojos del lince. Así como el ratón suspira por el búho antes de ser alzado. Así es como estos ojos te atraen. Porque la vida pasa por delante de ellos, como hormigas sobre la corteza. Porque la muerte se refleja en ellos. Y tiene tu rostro. Y es guiada por mi mano... Vamos... Dejate devorar... Déjame...



-¡Jenny!

-A... ¿¡Ana!?

-¿¡Estás bien!?

-Qué... – Eso... adelante... mírame de nuevo... vuelve a mí... mi querida presa...- ¡NO! ¡No!

-¡Jenny, cálmate!

-¡No! ¡Vamonos! ¡Sácame de aquí! ¡An...



Oh... ¿Ya se van...? ¿Tan pronto...? Es una pena... Estuvieron a punto de sacarme una sonrisa las felicito chicas.



¿Quieres saber cómo murieron todos...? ¿Cómo quedé solo...? Bueno... deja que te cuente...

La edad no es impedimento para sentirse atraído por lo oculto y misterioso, ¿no crees?

Oh... yo diría que te equivocas. Te fijaste en mí, ¿Cierto? No como te hubiese gustado, tal vez, pero que ha de hacérsele.

De acuerdo. Era una tarde calurosa. Una tarde cualquiera de verano. Mis hermanos se hallaban en la segunda planta. Y ella... Bueno... llegó, como todas las tardes. Cansada. Agotada, tal vez.

Pocos minutos después, el silencio reinaba, en lo que a dialogo interpersonal refiere. Sonidos emitidos por parlantes cuidadosamente seleccionados retumbaban en los oídos de cada usuario, tecleando frenéticamente frente a una pantalla vacía. Metafóricamente, claro está.

- (...)Hazme un favor, quieres.- no era una pregunta... – Anda a comprar pan.

Algo nimio. Superfluo. Banal. Y absolutamente necesario.

Sí, lo sé. A mí también me sorprendió. Pero las catástrofes ocurren precisamente porque son inesperadas.

De algún modo perdí los estribos. Me dejé llevar. Y a pesar de eso. Me retuve, como siempre he sabido hacer. Y me fui a mi habitación.

No debió haber entrado.

Se burló de mí. Se burlo de mi meditación. ¿Un “cabro chico”? ¿¡Quién diablos se cree que es!?

Mi madre no. Dalo por hecho. No se lo merece.

-¿Qué por qué veo tantos “monos chinos” como les dices tú? No lo sé... ¡Quizás sea para quitarme de la mente esta insufrible realidad en la que estamos metidos

-¿Insolente? ¿¡Yo!? ¿¡Qué hay de ti, madre!?

Le detuve el brazo. Ella debió haber previsto lo que podría pasar si seguía así. Por lo que desvió su atención a los objetos. No le opondrían resistencia, y yo sufriría viendo años de recuerdos destrozados en segundos. Error...

En cuanto la caja de madera toco la fría loza, se partió en pedazos. Cartas, mí preciada colección de cartas, dirigidas a mi por diferentes familiares, amigos y seres queridos, en distintas etapas de mi vida. Mi baraja, aquella que fue mi amiga cuando nadie más quiso serlo. Mí rosario, recuerdo de que la gente lejana también me recuerda. Mis anillos. Cada uno con su historia. Cada uno con su significado único y personal. El dardo que obtuve en una competencia, que me enseño que no siempre que uno gana, el resto sufre. Y... no... Demasiado doloroso como para recordarlo...

Una voluntad de humo surgió a mí alrededor, envolviéndome. Y lo dije, sin miramientos. Sabiendo lo que implicaba aquello.

~¿Cómo puede ser mi culpa? Si tú misma lo dijiste... La magia no existe... ¿Verdad? ~

Eso es lo último que recuerdo. Desperté en el hospital, con una anemia grave y diversos cortes en mi espalda, antebrazo, muslo, pantorrilla y en las sienes.

-Lo sentimos muchísimo... –Me dijeron- Sólo pudimos salvarte a ti...

Él no sabía que yo no lo sentía para nada...



-(...) a! ¡Vámonos te digo!



Así es. Sigo aquí. No me he movido. Pero tú sí. Te arrastra tu amiga.





-¡Buenos días!

-...

-Sí, te hablo a ti. Ana, ¿Verdad? No, no soy mudo, es un mito. Lamento lo que le pasó a tu amiga ayer...

-Mentiroso.

-¿Qué...?

-Al final... sí lo sentiste... Sólo te hiciste el duro...

-...

-Sabes... Creo que sí me atraes, aunque sea un poco...

jueves, 28 de enero de 2010

...Creepy...

Todos empezamos siendo perfectos.

Empiezas a ver que la gente se tuerce

cuando sus sentimientos naturales

son reprimidos

- Elizabeth Kübler Ross

I am the god of my own history”

– Memento mori / Kamelot

“¿Cuántas personas se necesitan

para hacer cantar a un muerto?”

- Lord Faerigan

"¿Qué pasa cuando una persona pierde

el deseo de vivir?

¿Muere allí mismo,

o se mortifica viviendo sin motivo?"

– Celeni / “Conde” Cap 1, VI

“Yami yori mo kowai no wa kodoku”

(La soledad se hace más

aterradora que la oscuridad)

– Rozen Maiden (op)

“Esa muchacha me enseñó...

que los ojos plateados también

pueden derramar lágrimas...”

– Bishou no Teresa

(Teresa, la de la débil sonrisa)

Claymore

“Now if you bring the captured, kill them

As if my message is to watch you kill the dark.”

– Mnemosyne (op)

“Las coincidencias no existen.

Sólo lo inevitable.”

– Yuuko / xXx Holic

El destino atrae a los que

sufren notoriamente

– To aru majutsu no index (op)

-¿Acaso le parecerá gracioso al desquiciado ese…? Con esto no cabe duda de que fue un asesinato premeditado... Como si hubiera alguna en realidad...

-¿Inspector?

-Mande

-Tiene que ver esto... El cuerpo...

Aquel a quien se referían como inspector recorrió el corto trecho desde la cocina de la víctima hasta su estudio, inmediatamente contiguo a su habitación, con apenas unas cuantas zancadas. “Trancos” solía decirle su compañero, asiduo lector de Tolkien. Pero desde el caso del falso secuestro de la señora Myria... bueno... digamos que no estaba muy... “vivo”...

Soltó un suspiro, y dirijió su mirada al lugar donde se encontraba el cadáver. A simple vista, se parecía a todos los demás cuerpos encontrados esa semana. Pero siempre había algo distinto. Algo que lo hacía distintivo. Algún rasgo que calzaba con la víctima... con su estilo de vida...

Trató de ignorar la garganta rasgada, sólo lo justo para dificultar la respiración. Aún sobresalía de la herida el arma. Una reina de corazones. Sí... una carta... de un naipe inglés cualquiera. El forense casi se desmaya cuando comprobó que el patrón del corte correspondía con el borde de la misma. Los brazos, rodeados con cadenas, que parecían trepar por ellos como dos serpientes. Los ojos desorbitados, llenos de horror y de un dolor inconmensurables... Y la causa de muerte... una trepanación craneana. En realidad, una extracción completa de la parte superior del cráneo... y del cerebro...

En esta ocasión, como pudo apreciar el Inspector, llevado por un interés morboso, y una frialdad profesional, antes de centrarse nuevamente en el cuerpo, se hallaba sobre el escritorio. Como siempre, semi-oculto por un sombrero.

-Digame, profana-cuerpos ¿Qué tiene hoy en el menú nuestro “As”?

Claramente, al forense a cargo no le hizo ninguna gracia el comentario. Por lo que se limitó a responder sin siquiera levantarse a saludar, como demandaba el protocolo.

-Encontramos un lápiz en las manos de la víctima.

Encontramos, me suena a mucha gente –pensó el aludido –de seguro que al llegar a ese cargo, ni siquiera mira por si mismo la evidencia.

En cambio, dijo: -Pero eso me parece natural ¿se hallaba en su estudio después de todo, no?

-Sí, no sería extraño, salvo porque este lápiz no le pertenece. Y que me parta un rayo si me equivoco, pero diría que es el mismo con el que se escribió esa extraña nota que trae usted.

Claro, había olvidado el papel que traía consigo.

-¿Ed?

-¿Mhh?- Estaba demasiado concentrado procesando la reciente información como para elaborar una mejor respuesta. Su nuevo compañero no le desagradaba especialmente. No más que el resto, al menos. Y eso ya era algo. Pero si había algo que sí odiaba de él, era su condenada tendencia a reducir los nombres.

-Creo que hay algunas frases que están destacadas...

Al centrar su atención en la nota, y con la notoria mejora de iluminación que acompañó el cambio de ambiente, se hizo evidente lo que acababan de sugerirle. Algunas de las palabras, entre las muchas frases allí citadas, habían algunas que parecían más marcadas que otras.

-Debo decir en mi defensa, Deangelo, que es difícil notar una negrita manuscrita, en lo que parecen garabatos aleatorios, en una factura amarillenta, chorreada de sangre...

-¡Pero Ed! Tranquilo hombre, que nadie te está acusando.

Suspiró. Tenía razón, pero desde que tuvo que testificar en la corte... Además, el maldito acento italiano con el que hablaba se parecía endemoniadamente al del juez de turno. Pero bueno, Deangelo no tenía la culpa de su herencia italiana. Ni de que él, “Ed” tuviera una traba con aquel país en específico...

-Es cierto, lo lamento.

-En cualquier caso, deberíamos dejarlo hasta aquí. Esperemos hasta que limpien la escena, luego podremos sentarnos a pensar tranquilamente.

-O salir a buscar más pistas – se lamentó para sus adentros el Inspector. Ya no estaba en su edad más atlética, y de no ser por la miseria de compensación que le habían ofrecido, se habría retirado hace un par de años.

Ya en casa, se dejó caer en su mullido sillón. –Los ahorros de todo un año- suspiró.

Destapó una botella de whisky, y se sirvió un vaso. Y luego otro.

Veía sin ver. Algo en el cuadro negro de la televisión apagada le parecía hipnotizante. Atrayente. Relajante.

En aquella dimensión, no había crímenes, ni deudas, ni agotamiento. Mientras que si osaba encender el aparato, todo eso se esfumaba... y la realidad lo golpeaba de nuevo.

-Todos perfectos la gente se retuerce son reprimidos I am god Se necesita un muerto El deseo se mortifica sin motivo la aterradora oscuridad Me enseño los ojos plateados la débil sonrisa Kill them kill the dark No existen sólo el destino sufre notoriamente.

-¿Eso queda, juntando los segmentos?

-Sí.

-Bueno, supongo que no tendrá sentido, a menos que coloquemos los puntos.

-Esto me recuerda un cuento de niños...

-No te me pongas sentimental ahora, Ed...

Los investigadores se habían reunido en la casa de Deangelo, en las afueras de la ciudad, para intercambiar opiniones. Él era soltero, por lo que no tenía mayores problemas. El inspector acababa de terminar las citaciones por su segundo divorcio. Tampoco los tenía. Aunque en realidad... eso nunca le importó demasiado...

-¿Conoces la historia del rey y el profeta?

-...

-El rey consultó a un profeta sobre su futuro. Y este le dijo que podía entregarle el mensaje de los dioses, o espíritus, que sé yo, pero que él mismo tendría que putearlo. Y el mensaje fue

“A la guerra iras morirás nunca regresaras”

-Una simple línea. Tres meses después, estalló la guerra, y el rey partió a la cabecera de su ejército, muy confiado, pues, había interpretado los versos de la siguiente forma:

“A la guerra iras. Morirás nunca. Regresarás.”

-Un año después, llamaban al profeta ante la corte, a comparecer, y explicar que su monarca no hubiese vuelto aún. Y el dijo: “Fue error suyo, el mensaje era bastante claro: A la guerra iras. Morirás. Nunca regresaras...”

-Entonces... ¿Intentas decirme que si lo leemos mal, estamos fregados?

-No, intento decirte que tenemos que pensar en todas las posibilidades.

-Creo que... si separamos primero todo lo que va en un idioma y en otro, podría ayudar un poco. No creo, por muy maniado que sea, que coloque las cosas todas mezcladas, no es su estilo.

-¿¡Y cómo diablos sabes eso, Ed!?

El inspector levantó los hombros. –Uno debe tratar de meterse en la mente del criminal. Si no, jamás lo atrapa...

-Bueno, suena lógico

Deangelo contuvo un escalofrío. Era cierto, es lo primero que le enseñaron en la escuela de investigaciones. Aún así, la forma en la que lo dijo, tan calmado, tan serio, lo hizo sentirse apenas un novato.

-Entonces... si hacemos eso, nos queda:

Todos perfectos la gente se retuerce son reprimidos Se necesita un muerto El deseo se mortifica sin motivo la aterradora oscuridad Me enseño los ojos plateados la débil sonrisa No existen sólo el destino sufre notoriamente.

I am god Kill them kill the dark”

-¿Y ahora…?

-Ensayo y error, el más grande milagro de la ciencia. Pensemos. Primero, luego de “Perfectos” debe ir un punto, ya que no puede unirse de modo alguno con la frase siguiente.

-Lo mismo luego de “reprimidos”, ¿o no?

-Sí, pero antes, entre “retuerce” y “son” va una coma o un punto.

-Ya veo...

El silencio se apoderó de la sala, largo minutos, mientras colocaban diferentes signos en la copia que había hecho Deangelo en su computadora. El muchacho no quería ni siquiera intentar imaginar como habría sido ese trabajo antes de tal tecnología... no se veía copiando a mano la nota directamente. Realmente estaba agradecido de la informática y las fotografías...

-Entonces, quedamos con algo como esto:

Todos perfectos . La gente se retuerce , / . son reprimidos . Se necesita un muerto . El deseo se mortifica sin motivo . La aterradora oscuridad me enseño , / ... los ojos plateados , la débil sonrisa . No existen . Sólo el destino sufre notoriamente.

I am god . Kill them , / . kill the dark””

-Sigue sin sonarme a nada... ¿Qué tal tú?

-Dime, ¿Has leído “Alicia en el país de las maravillas”?

-Ed... ahora sí que me estás asustando. ¿¡Te volviste loco!?

-No, piénsalo. Siempre encontramos un sombrero. Siempre encontramos una carta, y precisamente, la reina de corazones. Siempre hay algo raro, distinto, en el cuerpo. ¿Recuerdas que eran?

-Un reloj de bolsillo... una tasa... un espejo... y... un bolígrafo, si mal no recuerdo...

-El conejo, el salón del té, el espejo... lo único que no calza parece ser el bolígrafo.

-Pero... ¿Qué podría ser entonces...?

-Quizás un mensaje... Como intentando decir que él designaba a sus victimas... según un patrón... algo... desconocido para nosotros...

-Y... ¿Qué piensas que es...?

-“Yo soy el sombrerero loco, captúrenme si pueden” y las palaras parecen decir algo parecido... “En el país de las maravillas, yo soy dios, y gobierno desde las sombras. Todos son sólo marionetas”

-Vaya... que sorpresa... no pensaba que llegaras tan lejos. –Deangelo se puso de pie, y fue hasta el bar abierto, un hermoso mueble, tallado en roble. Colocó los licores cuidadosamente a un lado y empujó la parte posterior. La madera cedió, y dio acceso a una cavidad en la pared. Extrajo una pila de sombreros, una sierra manual, de las que utilizaban los médicos para amputar miembros a principios del siglo XIX. Y una baraja compuesta únicamente por reinas de corazones. –Pero te faltó la parte más importante...

-“El sombrerero loco... - Musitó, inmutable, el Inspector- No es una persona... somos todos...”

-Veo que lo captaste muy rápido...

-Bueno... no había de otra... sospechaba que si no lograba deducirlo, no llegaría hoy a mi casa.

-¿Cuándo comenzaste a sospechar de mi?

-Cuando me dijiste lo de las palabras destacadas en la nota... Me costó bastante diferenciarlas. No era posible que tú, a simple vista, y de refilón, pudieses notarlo. Tenías que haber visto la hoja antes. Lo cual era imposible, ya que yo fui el primero en alejarse del cuerpo. Por tanto...

-Tenía que haberla visto antes. Muy astuto.

-¿Puedo preguntar algo?

-Adelante

-¿Por qué las cadenas?

-Todos somos esclavos de algo... O de alguien... Si nos ponemos a pensarlo cuidadosamente... podrías decir que fue instinto. Pero... ¿Qué es el instinto?

No creo que sea, como afirma mucha gente, una “inteligencia”, algo así como un recuerdo genético, que pasa de generación en generación. No. Creo que es más bien, una forma de interpretar la realidad, en base a conocimientos obvios, anteriores, y elementos presentes directamente. Es lógica, a diferencia de la intuición...-

-... Sólo que a veces no somos capaces de seguir su lógica.

-Exacto. Nuestro cerebro es capaz, inconscientemente, de realizar ese proceso cognitivo en nanosegundos. Somos capaces de sospechar de una persona y hacernos a un lado en el último minuto para esquivar un tiro, simplemente porque nuestro cerebro interpreta un movimiento extraño tras la espalda de un sujeto, o un cambio en su mirada.

Un recuerdo fugaz de su ex-compañero cruzó por su mente... ¿Cuánto lo habría estudiado este sujeto? ¿Cuántos años había preparado este encuentro?

-Así pues... –Deangelo parecía divagar en otra dimensión, con la mirada perdida, y a la vez atento al Inspector, quién no parecía tener intención de huir. Se sabía atrapado. – llegué a preguntarme otras cosas. ¿Qué es el valor? Pues, no es más que la forma en la que los ilusos creen volverse poderosos por sus ideales... –un silencio incómodo se apoderó de la sala, y el muchacho rubio, de ojos esmeralda, facciones europeas y acento italiano pareció volver a la realidad de golpe.- ¿Pero sabes que pregunta sigue, o no...?

-¿Qué es la locura?

-Qué más, sino el instinto en su grado más puro. Sin las trabas que coloca la sociedad. Sin temas Taboo... sólo es. Y actúa como tal.

-¿Qué criterio usaste...?

-Ninguno. Sólo estuvieron en el lugar equivocado... en el momento equivocado... Y ahora llegó mi turno... the hatter, that’s what I am... & what I’ll never be again…

-Inspector Eduardo Green, ha sido citado ante este tribunal para testificar respecto al asesinato de su colega, Deangelo Catello, muerto de la misma manera que todas las víctimas del caso que investigaban. Según su testimonio previo en la comisaría, usted dice haber escuchado como se quebraban los cristales, y luego fue noqueado, por lo que no pudo reconocer al asaltante. Cuando recuperó el conocimiento, el crimen ya había sido perpetrado, y no había rastro del ejecutor. ¿Es eso correcto?

-Sí su señoría

-Me permito recordarle que está usted bajo juramento, señor Green. Aún así mantiene su testimonio?

-Así es, su señoría...

-Y no podría ser de otra forma... – pensó, a la vez que una pequeña sonrisa casi tuerce sus labios, bajo su máscara de indiferencia...