domingo, 28 de marzo de 2010

Silence

...Silence...

Los suspiros llenaban la habitación de un vapor cálido y palpable.

Cuatro paredes separadas por una infinidad abstracta que brotaba espontáneamente de la boca de los amantes que la poblaban.

Dos jóvenes, descubriéndose e invadiendo cariñosa e inseguramente al otro.

Dos lenguas entrelazadas en un húmedo abrazo, mientras las manos de él recorría la espaldad de ella, como las llamas la leña.

La única lámpara, velada por la suave tela del camisón de noche de ella, legado al olvido, emitía un tenue resplandor rosso, que a los ojos de ambos sabían a la más refinada melodía.

Un ligero corpiño salvaguarda su marfileño tesoro, cuidadosamente decorado tras las fauces de su cautiverio.

El espacio entre ambos cuerpos tendía a disminuir más allá del cero…

Millones de impulsos saltaban a la vez. Jugar. Descubrir. Disfrutar. Compartir.

El sol podría haber deseado, tal vez, alcanzar tal esplendor…

Y, por fuera, reinaba el silencio…

martes, 23 de marzo de 2010

Fake

...Fake...

“mis ojos quedaron prendidos en aquél rostro,

En aquella pálida máscara de piedra y

sentí que ahora tenía ante mí al verdadero Demian”

Demian

Herman Hesse

Elisa, la muchacha perfecta. La niña prodigio. Amiga de los profesores. Siempre pulcramente maquillada. Aislada. Solitaria. Inteligente. Hipócrita. Pedante. Falsa.

Todos estos pensamientos cruzaban inagotablemente por la momentánea laguna mental de Ariel. Una tarea tan simple como pedirle que la ayudara a estudiar, volvía a una muchacha insegura por naturaleza, un amasijo de preocupaciones.

“Vamos, niña, necesitas ayuda... Tengo que sacarme ese rojo...” Se repetía, una y otra vez, tratando de infundirse ánimos. Pero los comentarios de sus compañeras hacían mella en su determinación.

-¡Es terrible! ¡Uno le pregunta algo, y ni siquiera te responde!

-El otro día, escuché que le dijo a alguien que si no podía hacer el ejercicio sin mirar al lado, debería volver a pre-kinder.

-Dicen que está loca, siempre le lleva la contra a los profes.

Hasta donde Ariel sabía, el sólo hablarle fuera del salón de clases era como firmar una sentencia de muerte.

Sonó el timbre. Elisa no tardó mucho en guardar los muchos libros y materiales que mantenía, casi permanentemente, sobre su pupitre.

Se disponía ya a irse, y abandonar aquella celda intelectual, o mazmorra de ignorancia, según quien mirase, cuando una llamarada de pelo caoba la detuvo.

-Hola...- Fue lo único que cruzó por al mete de Ariel, y lo dijo sin pensar.

-Hola- Fue la alegre respuesta que recibió.

“Es muy distinta de cómo dice la gente”

-Me... Me preguntaba si me podías ayudar a estudiar... No soy muy buena con esto... Y la prueba es mañana... y...

Su interlocutora miraba intensamente el reloj sobre el pizarrón. Su rostro se contrajo en una mueca de resignación, apenas perceptible, y luego se volteó hacia ella.

-Lo siento ¿Qué decías?

-Si me puedes ayudar a estudiar...

-Emm... Tal vez...

-Si no puedes, no importa... –La muchacha ya casi se había resigando...

-No es eso, es que debo llegar pronto a mi casa... Ahora, si no te molesta venir y estudiar allí, por mi no hay problema.

-¿¡En serio!?

-Claro ¿por qué no?

Ariel no cabía en sí de gozo. Quizás al fin pudiese dejar de ser la burla de la clase.

Juntas se encaminaron hacia la salida, y Ariel siguió curiosa a su compañera.

Caminaron hasta el paradero. Esperaron la locomoción. Estuvieron sentadas casi una hora. Se bajaron y caminaron aún cerca de 7 cuadras antes de llegar al hogar de Elisa.

En la muralla externa, había un enorme grafiti pintado con diversos colores, y trazos que parecían indicar un trabajo en proceso.

La llave sonó contra la cerradura un par de veces, antes de que esta se dignara a ceder.

-Mamá, una amig...

Un fuerte golpe resonó, acallando el discurso.

-Llegas tarde- Replicó una voz cascada, que se abrió paso a empujones entre las dos muchachas y escapó raudamente.

Ariel se solidificó en el lugar donde estaba. Completamente en blanco. Mientras su mente se tragaba todos los prejuicios y juicios que sus compañeras, conocidas, e incluso amigas, habían hecho de aquella persona, veía como una única lágrima, amarga, silenciosa, caía desapercibidamente hacia el interior de los ojos oscuros de Elisa.

-Vamos, tenemos que estudiar...

Ambas entraron silenciosamente en el recinto...