jueves, 2 de febrero de 2012

Reason














... REASON ...

I've found a reason for me
To change who I used to be
A reason to start over new
And the reason is you

-The reason

Hoobastank

Desperté con un –no tan­- leve sobresalto. El almohadón bajo mi se sentía levemente húmedo, y la sensación era particularmente incómoda. Sin embargo, el sopor y el recuerdo, aún vívido, del sueño recién desvanecido, hacían que me cuestionara seriamente el tomar medidas al respecto.

No fue hasta que, horas más tardes, comenzó a arder la parte inferior de mi labio, y me di cabal cuenta de la fuga. Me incorporé trabajosamente, y limpié mi barbilla con el dorso de la mano. Una mancha apenas distinguibles indicaba el lugar donde, durante el transcurso de las casi tres horas, en las que había logrado descansar, mi imaginación se había derramado en un suceso a la vez gracioso y vulgar.

No me avergonzaba tanto el hecho en si mismo, sino que fuera la reacción frente a lo que había estado cruzando frente a mis parpados cerrados durante todo ese tiempo -Aunque el que esta mancha no estuviese sola si me avergonzaba ligeramente-. Miré a mí alrededor, y me encontré de frente con una figura alta, con una espada, que me miraba osadamente. Suerte la mía, pensaba, de despertar inmediatamente, o hacia varios años me habría muerto de un infarto simplemente por tener semejante poster junto a la cabecera.

Me levanté ligeramente, casi mecánicamente, siempre haciendo el menor ruido posible. Por supuesto que el viejo somier sueco no hacia su parte. Crujía y despotricaba casi tanto con los ancianos de las películas.

Caminé, sin preocuparme del calzado ni de la fría cerámica, hasta la cocina, y deje que el agua me lavara interiormente –me purificara, de alguna manera-.

Es increíble, pero no puedo evitar pensar más cuando no hay nada más que hacer. Y la gente en general no tiene nada más que hacer a las 5: 45 am. Y lo primero que viene a mi mente es cuanto agradezco tu existencia ¿Por qué? Pues porque aún recuerdo lo que se sentía desear con todas tus fuerzas tener una pesadilla, incluso antes de irte a dormir. Lo que es tener miedo de soñar –después de todo, es mucho más sencillo alegrarse de salir de la peor pesadilla que de la fantasía de tu vida, si lo que encuentras al volver es una realidad que sólo se dedica a hacerte ver cuan imposible son los dos-.

Volví lentamente a mi lecho, me recosté, y dejé que las imágenes de ti –de nosotros- llenaran mi mente. Me aferré con más fuerza a todos tus recuerdos. Físicos y metafísicos. Tu perfume aún se encontraba atrapado en uno de los peluches que me regalaste. Me encanta. Si me esfuerzo un poco más, puedo incluso sentir tu piel, tus labios, tu cabello. No dura demasiado, pero es el tiempo y la intensidad necesaria para lograr que la seguridad y el sosiego se apoderen de mí, y me permitan descansar un poco más.

Debo admitir que te extraño demasiado. Quisiera que estuvieras aquí, y dormir con mi cabeza sobre tu pecho. O al revés. No me importa, mientras estés conmigo. Pero esto es algo que tu querías también ¿No es verdad? Yo entiendo que tengas esa necesidad de salir, de escapar de la ciudad. Así como tu entiendes mi necesidad de saber de ti, y me soportas, aun cuando te llamo todos los días.

Desperté varias horas después.

Ya no había mancha. Ninguna era notoria, a simple vista por lo menos. Pero quizás debería cambiar las sábanas, sólo por si acaso.

El resto de la tarde no tenía ningún significado especial. Era tiempo muerto. Así que aquí estoy ahora, con mi corazón latiendo a mil por hora, sobre la misma cama cuyas sábanas aún debo cambiar, esperando que contestes mi llamado.

Y el timbre suena del otro lado de la línea. Y vuelve a sonar. Y sigue sonando.

Pero te amo.

Lo intentaré de nuevo en una hora más…