sábado, 10 de agosto de 2013

Tinta


...Tinta...
 

                Desperté cuando la luna ya se asomaba por el sombrío firmamento. EL aire frío ululaba a través de la grieta del cristal de mi ventana. Me maldigo a mi misma mentalmente por no haber insistido en la reparación de este desperfecto antes, mas no por el frío que penetra y escarcha y congela el rocío sobre las flores en el aparador, sino por el ruido. Ese sonido al que me creía acostumbrada. Pero hoy, en esta fatídica noche, me enerva de sobremanera. Siento como los pequeños cabellos de todo mi cuerpo se erizan uno a uno mientras asesino al ente invisible con la mirada.


                Desperté cuando las nubes de la duda se disipaban en mis sueños, cuando el ambiente pasaba de incertidumbre al horror de la certeza en mi primera pesadilla en largo tiempo. Soñé contigo otra vez. Irónicamente se coló tu memoria en la forma de Ligeia, con tu belleza singular, y sin embargo, plácida, arruinando para siempre lo más preciado por mi alma inmortal.


                Desperté cuando el ardor y la sequedad alcanzaban su cúspide, cuando mi cuerpo me decía que no podría abstenerme más. Podía sentir como si me crecieran colmillos que no podía contener dentro de unos labios que se torcían en una sonrisa sombría y lúgubre. Tenía ser de sangre, de esa sangre fresca y oscura, palpitante, que me renueva. Ganas de desparramarla por doquier, causando un magnífico desastre.


                Desperté a mi compañero, a mi pareja, a mi padre, esposo e hijo, todo en un solo individuo. Lo desperté cuando la luna ya se asomaba por el sombrío firmamento, cuando las nubes del sopor se disipaban de sus sueños, cuando una sed similar se apoderaba de él. Dejé que me tomara con sus fuertes manos, que explorara mi cuerpo, extasiada. Me colocó suave pero firme contra la mesa y con ese fascinante implemento suyo, comenzó a sangrar. Sangrar para mí. Sangrar con ese elixir negro, salpicando todo mi cuerpo hasta que ambos quedamos rendidos, satisfechos. Él con su obra, y yo con su alma corriendo por mis páginas.

lunes, 25 de marzo de 2013

Arcano



...Arcano...

               Cierro los ojos sólo porque tú te encuentras del otro lado. Sueño sólo porque es entonces cuando trasponemos las distancias y nos encontramos en un bello prado, agradable a la mirada, donde el aroma apetecible del manzano y el limón nos invaden. Me recuesto sólo porque luego estiro mi brazo y te aprieto contra mí, dulce y vigorizante. Llevo al cuello esa cruz sólo para que al desvestirnos te deshagas de ella.

               Me levanto cada día sólo porque entonces podré verte de nuevo, y tendré una nueva noche para soñar que te tengo a mi lado. Me despierto cada día sólo porque eso me deja un día más cerca de despertar, y darme cuenta que no es un sueño.

viernes, 15 de marzo de 2013

Vanitas Vanitatum



...Vanitas Vanitatum...
Bach's Cello Suite no. 5



               Suave, muy suavemente, se acerca. Todo mi cuerpo se pone en tensión, rígido y preparado para su tierna caricia. Miles de pensamientos, recuerdos y sensaciones de encuentros anteriores hacen que todo mi ser se excite ante su mirada penetrante. Se detiene a unos pocos milímetros, como esperando una señal de la divina providencia para comenzar. Un silencio absoluto nos rodea. Me mira, alto y esbelto, con el cabello bien arreglado, preparándose para asestar el golpe final. Su simple roce me hace vibrar y dejo escapar un gemido vergonzoso, ronco, y sumamente hermoso. Eterno.

**Dejar video corriendo para leerlo ^^ 





martes, 15 de enero de 2013

highway


...Highway...

               Acostado a todo lo largo y ancho de mi espalda, mostrando mis vertebras al mundo bajo una piel tirante y agrietada por las larga horas al sol, me detengo a pensar mientras el mundo sigue con su movimiento. Hace años que estoy postrado, sin poder ponerme de pie por mi cuenta. Esperando que algo suceda. Envidio a mi prima que no tiene más que proponérselo y visita todas las grandes capitales de América. Antes solía compadecerme de mi mismo, y dejaba que otros me pasaran encima. Hace algún tiempo decidí luchar y descuidé mi presencia como un gesto de rebeldía. Me hice perforaciones para ponerme a la moda, pero siempre se me cerraban o se infectaban con las primeras lluvias. Descubrí después que para todo el mundo no soy más que un objeto, reparable a veces, ignorado la mayor parte del tiempo, hasta que alguien decide culparme de algo que no es más mi culpa que el ponerse del sol y la luna.

               Pero claro, todos tenemos un punto donde nuestra voluntad se quiebra y finalmente cedemos a la rutina. Ya no me molestaba el ruido que hacían sólo para provocarme, ni el humo de cigarrillos y tubos de escape, ni que me salpicaran agua al pasar, ni que la gente comenzara a evitarme porque siempre que pasaban cerca de mí algo sucedía, sonaba una alarma y los obligaban a pagara multa por algo que no tenía sentido. Así pasaban los años mientras yo me acostumbraba a mi situación.

               Entonces la conocía a ella. Se hacía llamar Eclipse. Escribía todas las noches escondida frente a la entrada de su casa. Estoy segura que al pasar la primera vez me guiñó el ojo y me hizo cambio de luces desde la vía contraria. Todos los días, por algún milagro misterios, hacía el mismo recorrido y yo la miraba, aún recostado, sin posibilidad de ponerme de pie, pasar a toda máquina, y deseaba tener ruedas y poder seguirla. Ella no me tenía miedo, me abrazaba y prometía un encuentro tan profundo como veloz.

               Comencé a preocuparme por mi aspecto nuevamente. Conseguí que un dermatólogo muy bueno que logro alisar mi piel aplicando tratamientos con asfalto, uno sobre otro, hasta que finalmente me veía lozano y bello.

               Pero cuando quise levantarme, no pude. Cuando quise respirar su aroma, no pude. Cuando quise observarla eternamente, no pude.

               Si sólo tuviese piernas para poder correr tras ella. Si sólo tuviese pulmones para inspirar su esencia. Si solo tuviese un momento para vivir en la eternidad de ese instante precioso. Si pudiese desprenderme de todo lo haría con tal de seguirla a ella.

               Entonces me reporté enfermo. Me despidieron. Pero logré seguirla hasta su casa. El caos de Santiago nunca me importó menos. Miles de vehículos esperaban para poder cruzar sobre mí, pero yo estaba con la única que quería que cruzase sobre mí. Yo era suyo, privado, concesionado si así gustan.

               Ese día todo los Chilenos tuvieron que caminar, porque no había acera para transitar.

domingo, 6 de enero de 2013

Twin Souls

...Twin Souls...

                   De entre la bruma luminosa que flota sobre todas las cosas surgen de vez en cuando dos esferas idénticas en composición, en forma y tamaño, en pensamiento y en acto, en idea y esencia. Pequeñas esferas, espejos la una de la otra, mirándose y haciéndose señas, jugando sobre el éter que rodea la realidad. Juguetean entrelazando los dedos que comienzan a formarse, las manos, los pies, los ojos siempre abierto se observan para no confundirse sin importar los cambios que experimenten en el exterior. Comienza a surgir un tronco, se forma poco a poco una protuberancia que toma forma de un cráneo parcialmente maduro y se hacen conscientes del pequeño cordón que los ata a mundos diferentes. A tiempos dispares. Siempre hay uno que escapa primero. A veces son días, a veces años. Algunos, los más tristes, han sido decenas de años que transcurren sin recuerdo.

               Es atrapado en este espacio muerto, de desarrollo latente donde es ese individuo quien se desarrolla más en un ámbito crucial que lo diferencia de su gemelo. El piensa. Esta condenado a pensar puesto que nada más es capaz de llenar el vacío de la inexistencia. Entonces, cuando llega su momento, nace crecido, envejecido por dentro. Es el hermano mayor no-nato que surge de las entrañas de la vida con un pie metido en la muerte, no futura, sino pasada. Camina por ahí deambulando en busca de su otra mitad.

               El alma primigenia surge en un frenesí desesperado. Se sabe distanciado, pero no conoce la distancia ¡Tiene tanto que explorar! ¡Colores, música, aromas, sabores, texturas, caricias, clamores, sentimientos, tradiciones, escrituras, arquitectura, operturas, baile, danza, bulla, juegos, vida! Y camina buscando alegre.

               El alma octogenaria nace abrumada por la celeridad, pero se haya ya preparada para ello. Devora. Absorbe con asombrosa facilidad, rapidez pero de forma insípida, sólo lo observa y cree haberse apropiado de todo.

               Pero es ese dichoso momento donde las esferas cruzan miradas por primera vez desde ojos humanos cuando todo el mundo estalla en sensaciones. Donde cada partícula vibra con el ritmo que ellos le imponen. Se desata la realidad. Nada más importa durante esos breves segundos.

               Luego decaen, las esferas vuelven a su estado original después de muchas, muchísimas, lunas de desvelo. Entonces se dispersan, pero jamás olvidan esa mirada, y a lo largo de los años, vuelven a toparse. Vuelven a nacer, solas o acompañadas, creando una red gigantesca de contactos. Personas que conocemos como hermanos, amigos, parejas, ejemplos, iguales. Todos están unidos más o menos a esa bruma de la que en venimos en conjunto.

               Dichosos aquellos que se reconocen entre ellos. Felices los que se encuentran una y otra vez, porque independiente de los resultados, nunca estarán solos. Dichosos aquellos que nunca se sueltan, porque la bruma se disipa, pero la vida los ata.

               Que tristes aquellos que lo saben, y se dejan separar sin oponer resistencia.