lunes, 14 de febrero de 2011

Saint Valentine?



...Saint Valentine?...

El delicado roce con sus labios pareció devolverle la vida a una roca inerte en el centro de su pecho…

Fue una ventana al pasado, un susurro del futuro.

El universo sabe si hubo algo más.

La vida es corta. La muerte es eterna. El amor, intermitente.

¿Puede haber amor, sin amar?

¿Algún amor con fecha de expiración?

Sería la solución a muchos problemas.

“Comentarios de gente amargada”

Bueno, pero…

¿Quién no extraña esa pequeña caricia?

El cauteloso juguetear con aquel cabello que le causaba impresión le recordó que hay mucho más que simple trabajo que puede escapar de las manos humanas.

...I miss being in love...

domingo, 13 de febrero de 2011

Introspection

...Introspection...

“You cannot be lonely if you like the

Person you are alone with”

-Wayne W. Dyene

I suddenly found myself missing the careful touch of a woman, missing the chatting the heat and the joy. Who would have said that? Well pretty much everyone

But I’ve discovered a whole new world this passed days. I’ve realised that I can not live without the feeling of been close to someone. But yet I just need to be near by and to be listened. That’s all.

A kiss once in a while it’s deeply appreciated, but it’s no longer needed. I finally realised the biggest mistake of my previous self: I do not immediately need a girlfriend, but a girl who is my friend. Weird, ah?

sábado, 12 de febrero de 2011

Suite

...Suite...

Faber est suae quisque fortunae

La habitación en semi-penumbras, aromatizada con un ingenioso artilugio, muy distante al desagradable hedor del incienso barato. Los vidrios ahumados permitían observar en toda su plenitud el atardecer, poder sostenerle la mirada al mismísimo sol, sin tener que pagar una consecuencia.

Pero la vista misma era aburrida para el casual observador. Su belleza radicaba en el mar de emociones que era capaz de suscitar en quien lo apreciara. Y para un individuo en particular, el dueño de la habitación más lujosa de Manhattan, aquello significaba más que el mundo.

¿Cuánto hacía desde que había podido observar el sol con sus propios ojos, y no a través de fotografías o monitores? Parecía ser algo así como un siglo para él. Y aquí estaba, inaugurando su posesión más valiosa.

Pero estaba solo. Y lamentaba este hecho terriblemente. Sus hijos yacían desperdigados por el mundo, huyendo de él, y discutiendo sobre la herencia a sus espaldas. Él, anciano y cansino, no en cuerpo, sino en alma, simplemente los dejaba ser. La vida había perdido su sabor… no… los VIVOS habían perdido su sabor.

Había amado en su momento la cálida sensación que bajaba por su garganta en los momentos de gula. Como el sabor variaba de comida en comida. Un toque ácido, un dejo de amargura, y otras veces, un dulzor extraordinario.

Ahora todo sabía igual. Todo sabía a polvo. El momento se acercaba, y daba paso a su último aliento.

Su acompañante, su criada, su sierva, su manceba, lo miraba con tristeza. Para él, era una más en una larga lista de muchachas que se acercaban a él por la posible recompensa, un poco de aquello que había acumulado con los años. Pero para ella, era un tema personal.

-No planeo darte mi sangre, querida.

-Tampoco estaba interesada en ella. Ni tampoco quiero tu dinero. Tú me rescataste de las calles, yo sólo tengo esa deuda por saldar.

-¿Qué harás entonces a partir de mañana?

Le muchacha acarició suavemente el cabello de su señor, y guió su cabeza hacia su regazo. –No habrá mañana para mí. Moriré contigo en mis brazos.

Una lágrima de sangre acompañó las palabras. –Hagámoslo entonces.

Un mudo asentimiento. Un movimiento sutil, y las ventanas comenzaron a replegarse, dejando entrar los últimos rayos del sol sobre el horizonte. Los últimos rayos de sol para los dos amantes.

-Hace un milenio comencé con esta “vida” y hoy me arrepiento de cada segundo que traté de evadir a la muerte. Mi progenie sólo quiere beber mi sangre, para volverse más fuerte, para sentirse antiguos. Yo sólo quiero descansar…

-Shhh… duerme ahora. Veámonos juntos del otro lado.

La marmórea piel del hombre se había encendido en el mismo momento en que el primer rayo penetró en la habitación. Ahora las llamas lo engullían todo. Pero ellos estaban más allá del dolor.

-No hay otro lado, querida, no para mí…

lunes, 7 de febrero de 2011

Phoenix


...Phoenix...


Siendo como era, una tarde-noche cualesquiera, la vida presenta nuevamente su más valioso recurso, el de dejar que las cosas sucedan. Dios no juega a los dados reza la célebre frase. Más yo le dedico una enmienda, pues en los dados, tú puedes adivinar lo que sucederá con un cierto margen de error. Pero con la vida, tú jamás sabes lo que te espera a la vuelta de la esquina. Y es así como un rincón de mundo, perdido para la vista de los mortales, la naturaleza reúne personas en torno a una llama rolliza.

Gente insospechada se une, y satisfacen un deseo primitivo de anhelo y pertenencia. ¿Menos de lo deseado? Sin duda alguna. Pero suficiente para taponar el vacío que la cotidianidad puede horadar en nuestros corazones.

No se espera un recuento, sino más bien, un progreso. Que lo sucedido siente las bases de un cambio en la mente. Una sanación del alma.

Que podamos ver más allá de la neblina, y nos quedemos, más que con el hecho, con el concepto abstracto de un recuerdo prolongado.

Con el saber que en el fondo, a alguien, tú le atraes.

Porque las letras son frías, las esperanzas, muertas. Es mejor un recuerdo casto, que una memoria corrupta. ¿Si podría haber sido más? Tal vez. Pero prefiero la incertidumbre...