domingo, 3 de mayo de 2009

Diario de un moribundo III:

Viernes 03 / 10 /08; 23:50 hrs:

Son momentos como el recién vivido los que me recriminaré el resto de mi vida. Acabo de tener una oportunidad única de encontrarme a solas con aquel ente que deslumbra mi existencia y, muy a mi pesar, no he sido capaz de dirigirle palabra alguna que albergara mis más profundos anhelos.

Así, en silencio y con frases muy pensadas, no logro dejar entrever que mi verdadero deseo es hacerme notar. La mayor aspiración de un cualquiera es que su ser amado le tome en consideración y le acepte. Mas, en mi caso es diferente, y ello recalca aún más el hecho de que mi alma esta corrompida a tal punto que ni siquiera puedo esperar lo mínimo de aquel ser, lo único que anhelo, más allá de cualquier otra cosa, sobrepasado solo tal vez por la sed de conocimiento que me embarga, es que se note mi presencia, que si no estoy yo presente alguien me eche en falta. Mas, esto no ocurrirá, y lo se muy bien.

Siempre digo que no me importa el “Qué dirán”, mas si este viene de aquellos labios que he admirado en un secreto y vetado deseo, estas palabras duelen más que un corte de katana.

Mi vida gira entorno a elementos que no son de la vida de nadie más. Y por ende, no soy capaz de actuar como ellos y ellas. Estoy atrapado en el limbo, mis congéneres platican de banalidades y mis mayores hablan de temas igual de insignificantes a la hora de la práctica. La única diferencia es la capacidad del léxico y lo monótono de los temas a tratar.

Y, así como estaba de aprensivo, un chispazo segador de esperanza me mantuvo a flote. Alguien me ha preguntado hoy por el hominismo. Al fin alguien se interesa por esta materia. Alguien dispuesto a romper el hielo, a librarse de las ataduras del entendimiento para llegar al raciocinio puro.

He de advertirle las consecuencias que esto podría conllevar, pero parece más que dispuesto a sufrir por su fin.

He de dejarlo por hoy, el agotamiento ya adormece mis extremidades y mis párpados se vuelven más y más lentos en su afán.

Además se me ha presentado hoy la oportunidad de mi vida. Un “curso de verano” en el que podré ampliar mis conocimientos en el área más interesante, desde mi punto de viste, de la biología, la genética. Y necesito de reposo para poder procesar la idea.

Esperemos que todo corra según los planes, mi calendario se reacomode y todo comience a progresar como esta dispuesto. Sufrir un mes completo de manera exponencial es agobiante, pero la recompensa que conlleva en mi caso bien lo vale.
No se puede saber si caer en la locura ni vise-versa. Siguiendo esto, al tratar de acercarme más y más al conocimiento que busco, casi sufro este trágico destino, pero he logrado sobreponerme. Ahora solo necesito tiempo, hasta la noche de los espíritus. La noche donde finalmente lograre encontrar, si no una respuesta, al menos una pista del camino a seguir, acerca de la pregunta que, día a día consume mi cuerpo, mi alma y mi espíritu.

¿Qué soy?

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